-¿De dónde has obtenido las imágenes que están puestas en el
libro La Memoria Cinematográficas del espectador?
Prácticamente el 90% son fotos y otros documentos que me
dejaron las personas con las que hablé: sus recuerdos materiales. El resto son
de los periódicos que consulté y de archivos oficiales: También hay fotos que
hice yo de los restos de cines cerrados.
Todo el mundo me atendió muy bien y colaboró con
entusiasmo. Fue bonito hacer el trabajo.
-¿Nos podrías contar alguna curiosidad sobre el cine antiguo
en Teruel?
Que como en todos los sitios, en primer lugar era
ambulante y se veía en las barracas de feria; que en los pueblos más pequeños
tardó mucho en llegar el cine sonoro y 10-15 años después todavía se veían
películas mudas; que las taquilleras tenían “mucho poder” y podían decidir si
te daban la entrada que pedías para sentarte de una chica que te gustaba o no
(según ellas creyeran que eras un buen partido); que hubo mujeres empresarias
como Porfi Elena en Villarquemado (que nació con el cine y heredó el negocio de
su padre); que en Arens de Lledó había más socios del cine que butacas, y se
turnaban para ir; que ir a ver las carteleras ya era motivo de satisfacción y
se esperaba la película con ganas…
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