Nacho de Diego, aficionado al arte, recibió inspiración procedente de la catedral de Teruel para plasmar algunas de sus ilustraciones, como ¨Un cristo crucificado con cabeza de carnero¨. Posteriormente se dedicó a la realización de retratos y caricaturas de personajes, con un estilo muy peculiar y diferenciador, atraído por representar rostros serios, malencarados, provocadores, de malas vibraciones pero transmisoras de una gran fuerza debido a la mirada dura y robusta que se percibe a través de ellas. Busca la belleza a la través de la sencillez buscando colores planos y mezclándolos con diversas texturas, con los que recrea los volúmenes y elementos que definen la personalidad del retrato .
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