miércoles, 11 de febrero de 2015

Un cielo singular


Parque Nacional del Cañón Bryce, Utah. Fuente: Static.squarespace.com
Muchos no son conscientes del magnífico cielo que hay encima de sus cabezas. Según en qué mes del año nos encontremos, podemos ver un cielo u otro, pues es un cielo cambiante o, mejor dicho, nuestro planeta es una esfera giratoria. Casi todas las noches  podemos observar algunas constelaciones, como la Osa Mayor y la Menor, estrellas, como la Polar, o planetas, como Marte... además si estamos atentos al cielo nocturno, unas lucecitas blancas rasgan el cielo estrellado por una fracción de segundo de una manera tenue, conocidas por nosotros como las estrellas fugaces.
Actualmente es muy difícil contemplar el cielo en su máximo esplendor, con todas sus constelaciones, estrellas y galaxias, ya que cada año, la transparencia con la que se nos presenta en la nocturnidad de la noche es cada vez menor debido, entre otras cosas, a la contaminación lumínica. Sin embargo, afortunadamente aún existen algunos lugares donde se puede visualizar el sorprendente cosmos en su estado natural, como en el parque Nacional del Cañón Bryce (Utah), en el parque Nacional Mont- Mégantic, Quebec (Canadá) o incluso en España, en una de sus islas, encontramos el cielo nocturno demostrándonos su grandeza, ese sitio es la Palma.
En España, generalmente en los pueblos, se conservan sitios donde el cielo reluce más que en la mayoría de los lugares, pero lo más sorprendente es que, una de esas ciudades que forman la nación tiene el privilegio de no tener tanta contaminación lumínica y de estar tan cerca de las montañas que, alejándonos un poquito de ésta, el cielo nos puede enseñar, de una manera tímida, su belleza.
Fuente: Turismo estelar
Es cierto que la gracia del universo la desconocemos. Sin embargo, los observatorios nos muestran un poco de ese esplendor. ¿Qué belleza hay en esos edificios? ¿Su arquitectura? Ésta es parecida a las cúpulas de las iglesias las cuales deseaban simbolizar el cielo. Los observatorios son tan solo los intermediarios que transportan la belleza de ese cielo a nuestra retina. En Teruel se pueden ver muchos de estos, como por ejemplo el observatorio astronómico “Ítaca” que se ubica en Montalbán o el observatorio astrofísico de Javalambre (OAJ).
Sin embargo, la belleza de nuestro cielo no solo reside durante la noche, también el día puede ser el protagonista. Los cielos más impresionantes se encuentran al amanecer y al atardecer, donde la luz es más diversa tanto en el color como en la intensidad, ocasionando atractivos y llamativos colores. Sin embargo, estos destellos duran una fracción de tiempo demasiado corta.
Masía Neghadá (Terriente).
Las salidas del sol proporcionan una gama de tonos donde podemos apreciar el rojizo muy cerca del sol y violeta en el resto del cielo. Conforme la tierra se va moviendo la luz toma un color rosado, hasta que el sol logra salir, teniendo lugar un color dorado. Este tipo de luz es muy buscado por los aficionados a la fotografía y suelen encontrarlo a las orillas del mar; no obstante, también en Teruel, donde no hay mar, pero si montañas, la aurora es espectacular, con todos esos tonos que caracterizan el amanecer, pero en vez de aparecer en las tonalidades azules- verdosas del mar, aparece en aguas claras de ríos, en verdes praderas, en sierras escarpadas, en blancas colinas, entre los pinos que saludan al cielo...
Por otra parte, está la belleza del atardecer; cuando el sol se despide durante unas 12 horas. En este caso la progresión del color se invierte. Además también se puede ver el color ocaso, color de una pálida tonalidad naranja.
Masía Neghadá (Terriente)

Teruel siempre ha gozado de un cielo increíble por la elevada altitud de esta ciudad y lo mejor es que sus habitantes siempre lo han tenido en cuenta, incluso en los años 80 se creó una pegatina para los coches en honor a ese claro cielo.


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