Raquel Vicente es una joven turolense de 29 años, que interpretó el papel de Isabel de Segura en los Medievales del 2011. Estudió estética y asesoría de imagen en Valencia, y, una vez acabada la carrera, volvió a Teruel, donde trabajó en una clínica durante tres años. Fue entonces cuando tuvo la oportunidad de convertirse en Isabel de Segura. Después de esta experiencia sintió un vacío que necesitaba llenar mediante el teatro, y así fue como descubrió su vocación de actriz. Pese a tener un buen puesto de trabajo en la clínica, y a estar en plena crisis, decidió volver a Valencia a estudiar interpretación en la Escuela Superior de Arte Dramático.
En este momento, se encuentra acabando la carrera en Madrid, muy ocupada y con muchos proyectos en mente. Le deseamos toda la suerte del mundo en su trayectoria profesional.
-¿Qué te llevó a presentarte al casting de Isabel?
Por entonces, trabaja en una clínica. Un cliente, que
participaba en Las Bodas desde hace años, me animó a que me apuntara. Y así lo
hice. Me propusieron para el casting de Isabel, y acepté. Fui pasando las
pruebas y finalmente me dieron la oportunidad de representar a Isabel.
-¿Qué recuerdas del día del casting? ¿Qué sentiste?
Pues estaba muy tranquila, no tenía ninguna pretensión y eso
hace que te enfrentes a las circunstancias desde un punto tranquilo. No conocía
a nadie. Me pasaron las separatas, textos parciales de las escenas, que tuve
que representar con varios posibles Diegos. Como no sabes quiénes son, no
puedes ensayar con ellos ni montar nada. Se trata de ir acoplándote a las
circunstancias y a la energía de cada persona en el momento. Lo hice tres o
cuatro veces, y os aseguro que fue totalmente distinto con cada uno de ellos,
aunque el texto y las circunstancias dadas de cada escena sean las mismas. Es
la magia del teatro.
-¿Por qué crees que fuiste elegida para ese papel con el que
sueñan tantas turolenses?
Fui yo, como podía haber sido otra de las que optabas a
ello. A veces son una sucesión de condiciones ajenas que hacen que seas ideal
para lo que buscan ese año. Con Gabi, tuve mucha conexión. Los dos somos muy
parecidos y eso hizo que todo fluyera mejor, y finalmente nos escogieron a los
dos. También seguro que hubo algo en mí que les gustó. Pero son muchos los
factores que intervienen. Las familias, por ejemplo, se crean después de tener
a Isabel y Diego, y todo tiene que parecer real, físico parecido, edad que
permita ter madre, hija, hermanos o cualquier parentesco. Y también cosas más
pragmáticas, la disponibilidad para los ensayos, por ejemplo.
-¿Durante cuánto tiempo preparasteis las actuaciones? ¿Qué
ambiente había en los ensayos?
Aproximadamente un mes y medio. A finales de Diciembre se
hace el reparto y la representación suele ser la segunda semana de Febrero. Eso
sí, muchas horas diarias. La dificultad y a la vez el mérito de esta
recreación, es que los participantes no son actores. Son personas que tienes
sus trabajos, y que salen de ellos y van corriendo al local de ensayos, se
acuestan de madrugada y al día siguiente sus obligaciones les tocan a la
puerta.
En el proceso al final los ensayos son en la calle,
prácticamente de madrugada. Ya os podéis imaginar el frío de Teruel en Febrero
a la 1 de la noche… Pero el ambiente es maravilloso, sino, sería imposible
sacar algo así adelante. Hasta en los momentos más difíciles hay espacio para
una mirada de complicidad, una carcajada o un abrazo.
-Imaginamos que la diferencia entre ver los Medievales desde
fuera y vivirlos como protagonista debe de ser abismal; ¿cómo fue tu
experiencia?
Es una locura. La cantidad de gente con la que hablas al
cabo del día es impresionante. Aún se me pone la piel de gallina cuando
recuerdo algunos momentos. Lo mejor, el amor. De amigos y de desconocidos.
No es sólo el fin de semana de la recreación. Es casi un año
de emociones y responsabilidades. ¡Vamos, que repito cuando haga falta!
-¿Te llevaste buenas amistades de ese periodo?
Muy muy buenas. Ahora vivo en Madrid, pero dentro de lo que
me permite mi vida, hablamos regularmente. Sin duda es lo mejor que me llevo.
-¿Cómo ha sido ver como espectadora las actuaciones de los
años siguientes a la tuya?
Muy emocionante. Siempre he colaborado con la Fundación
desempeñando diferentes funciones, con lo que he andado siempre muy liada, de
aquí para allá. Aunque siempre hay que hacer escapadas para ver las
representaciones, que son maravillosas. Además he podido conocer las entrañas
de la fiesta, y es admirable el trabajo que realizan dentro de la fundación.
Nunca me cansaré de decirlo.
-¿Qué consejo le darías a una persona que quisiera hacer el
papel de Isabel?
Desde mi humildad,
que no se obsesione con la idea. La vida
depara sorpresas, giros que hacen que todo surja de manera mágica e inevitable.
Pero de manera más pragmática, que trabaje muy bien la
memorización de los textos. Es imposible incluir emociones si esa parte no
está. Mientras se prepara la memorización, es muy importante saber lo que el
personaje está diciendo en cada momento. A veces, es necesario pensar mucho y
llevarlo a un terreno más cercano a nosotros para poder entenderlo. Y una vez
que eso está, sustituirlo por las palabras del texto.
Y en el casting, es muy importante la escucha. Se trata de
olvidar todo (porque está perfectamente memorizado ;) ) y dar y recoger todo lo
que nos da nuestro compañero de escena. Es la única manera de que haya verdad.
Y confiar en el trabajo propio.
Es importante la figura de los directores teatrales es
vital, en mi caso fue Marian Pueo. Ellos, aúnan sus esfuerzos y destrezas para
desarrollar en ti la capacidad de poder interpretar a los personajes.
A mí me daba mucha paz saber que estaban allí, y que no iban
a permitir que nada quedara fuera de lugar.
Y si finalmente eres elegida, disfrútalo mucho, es un
regalo. Sé cercana a la gente, porque ellos son los que harán que sea un
momento inolvidable.
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