Este viernes pasado un escritor se dejó caer por nuestro instituto para, de alguna manera, hacernos pensar sobre la sociedad y el comportamiento del hombre en general, es decir vino a hablarnos de la antropología, un tema con el que normalmente no solemos estar muy familiarizados las personas de nuestra edad, sin embargo fue muy interesante y fuera de lo común en contraste con lo que solemos estudiar en otras asignaturas.

Aunque ni siquiera nos demos cuenta, cada vez que nos niegan algo es como si nos hicieran un corte metafórico en nuestro alma, porque (por lo menos yo lo he querido entender así) nos privan de nuestra libertad y de nuestros instintos, que progresivamente vamos reprimiendo poco a poco llegando finalmente a ser “humanos” .
Alejandro Abad
Empezó diciéndonos que el hombre para él es lo más importante.
El límite de lo legal y lo ilegal, lo bueno y lo malo, a veces es tan estrecho que puede ser imperceptible.
La misma palabra forajido nos une dos palabras contrarias que están fuertemente relacionadas. Dentro y fuera. Para estar fuera debe existir un dentro, en este caso es la sociedad, los delincuentes o forajidos están fuera de la ley y por tanto de la sociedad.
Pero no todos son iguales, los hay activos y pasivos, los activos también se pueden subdividir, aquellos que delinquen para su propio beneficio, pongamos el ejemplo de la actualidad, los casos de corrupción, que son los negativos y los que delinquen para dar a los demás, los positivos, digamos que son Robin Hood.
Los pasivos, en cambio aunque no lo hacen voluntariamente acaban sobrepasando el límite de lo permitido. A cuántos quemarían en la hoguera por brujería, siendo que la mayoría de ellos simplemente usaban hierbas como técnicas curativas, cuántos fueron ajusticiados por exponer ideologías avanzadas para la época y ahora en la actualidad en países con desigualdad entre hombres y mujeres, gran número de mujeres son perseguidas por pensar distinto, por pedir derechos, la mayoría de estas personas no buscan estar fuera de la ley, sin embargo lo hacen.
Es tan pequeño el límite que dependiendo el país que te encuentres varía.
Este límite ha sido enseñado a toda la sociedad con la palabra "no". Según él es una especie de instrumento "asesino", cada vez que alguien recibe una respuesta negativa, se produce una "herida", todos estamos marcados por ellas. Sin embargo la palabra "no", es la base de todo lenguaje, la que nos hace pertenecer a la sociedad y no ser un forajido, una persona fuera de la sociedad, ya que esta palabra nos hace ver lo correcto de lo incorrecto, lo bueno, de lo malo. Es necesaria, pero también puede ser sustituida por otras expresiones similares, que a largo plazo hacen el mismo efecto sobre una persona pero que no es tan brusco en el momento, como dando un pequeño rodeo para decir lo mismo.
También es cierto que el hombre no nace siendo hombre, un niño no tiene principios, y se le debe enseñar lo bueno y lo malo, en definitiva, a pertenecer y estar dentro de la sociedad. Cada niño acaba teniendo la actitud que ha vivido durante su infancia; si en su casa su padre tiene más "poder" que su madre, él tomará la figura paterna como dominante, si ha visto racismo, será racista, y así con todos los aspectos sociales.
Personalmente me pareció de gran interés, me transmitía mucha calma y sabiduría, era una mezcla de psicólogo, filósofo, investigador, una gran mente. Para mí, alguien admirable.
Elisa Martín
La charla de Fernando Sánchez Balanzá fue la más teórica sobre el tema Forajidos que hemos presenciado. Balanzá se centro en el tipo de forajidos que existen: activos (conscientes de que lo que están haciendo se sale de lo permitido) y pasivos (ajenos al mal que están causando), de cuya acepción participamos todos; pues en mayor o menor medida todos hemos sido sacados de un conjunto o sociedad. Un claro ejemplo es el alumno que expulsa el profesor de clase, de ese grupo que componen los alumnos, por un comportamiento indebido.

Fue una charla que fue directa a la raíz del forajido y a su porqué, nos hizo reflexionar a todos y también recordar las veces que nos hemos visto frustrados tanto en casa como en la escuela como en la calle por una maldita palabra: no. Y otras veces en las que el paso del tiempo nos ha hecho agradecerla.
Pero yo, al margen de la charla, me pregunto: ¿es tan necesario cumplimentar las leyes y ser sumisos al no?, ¿acaso saltándonos un poco las normas y estando menos sometidos no seríamos más felices?, pues si cada “no” acatado es una cicatriz de esta manera se podrían evitar.
Noelia Arnau
El pasado viernes tuvimos la visita de Fernando Sánchez Balanzá, un psicólogo y antropólogo para hablarnos del límite entre lo permitido y lo prohibido.
Comenzó hablándonos sobre el término forajido, una palabra muy usada durante todo el primer trimestre en esta asignatura. Un forajido no es solamente aquel ladrón que comete actos delictivos, sino que también hay forajidos pasivos, aquellos que cometen actos vandálicos por una buena causa, como Robin Hood. Incluso nosotros hemos sido forajidos alguna vez cuando eres expulsado de clase o eres excluido de un grupo social.
Fernando Sánchez Balanzá lanzó una pregunta: “El hombre, ¿nace o se hace?”Más tarde explicó que un niño no nace racista ni homófobo, sino que se va haciendo por medio de convecciones que le dicta la sociedad en la que pertenece. Esto no sería posible sin la existencia de la palabra ‘no’, la palabra más odiada por el ser humano pero a su vez la que nos ha educado, para bien o para mal y nos seguirá educando a lo largo de los años.
Andrea Fidalgo
La exposición del pasado viernes me hizo darme cuenta de que no solamente las personas que cometen delitos y se rozan el límite de la ley son forajidos, sino que todos nosotros, en algún momento, también lo somos, en casos como la desobediencia a nuestros padres, y muchos otros en los que no somos lo suficientemente responsables. La vida está llena de opuestos, como bien dijo Fernando el sí y el no, el bien y el mal, el dentro y el fuera. Me hizo darme cuenta también de que el hombre es el ser más interesante que existe y que aun conociendo muchas cosas de él, nos quedan muchas otras por descubrir debido a su gran complejidad. Me hace reflexionar el hecho de que la palabra no, un simple monosílabo, sea la palabra que más odiemos y sobretodo nosotros, los adolescentes, como bien dijo él, ya que es una palabra que expresa prohibición, y que la decimos en muchas ocasiones y situaciones cotidianas.
Finalmente mi opinión es positiva, porque como ya he mencionado antes, supone una reflexión sobre el ser humano desde sus principios, hasta hoy en día y sobre las actitudes que toda persona posee y que le hacen, de cierta manera, un forajido.
Marina Tortajada
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