lunes, 15 de diciembre de 2014

EN EL LÍMITE (Charla de Fernando Sánchez Balanzá) V

¿Sí o no?, ¿No o sí?, la visita de Fernando Sánchez Balanzá del pasado viernes nos hizo reflexionar sobre eso, sobre esta dos palabras que aunque simples lingüísticamente están cargadas de contenido. La charla o mejor dicho la reflexión filosófica impartida comenzó con una palabra sobre la que nosotros habíamos estado trabajando durante todo el trimestre, Forajidos y a partir de ahí nos hizo, como el mismo definió, jugar con nuestro juguetito, utilizando una presentación minimalista, pero muy cargada de simbología.
Solo fue necesaria una palabra, forajido y una pregunta, ¿Es el ser humano bueno por naturaleza? para hacernos reflexionar, como los más grandes filósofos, sobre el ser humano, la ley o la evolución social. Todo terminó con una palabra, no, la madre las palabras, la que le da significado al sí. Dos letras que él consideró como un cuchillo que hiere a los niños, pero que sin embargo nos hace evolucionar como personas.
No quiero dejar tampoco al margen la explicación que nos dio sobre la delincuencia y sus tipos (activos, pasivos, sociales y egoístas) que sin embargo para mí son una anécdota pues lo verdaderamente importante es la reflexión sobre el Génesis de nuestra propia Biblia.
Por desgracia, la charla se vio un poco encasillada por el tiempo y no tuvimos la oportunidad de hacerle preguntas que a muchos nos habían surgido, pues en definitiva había desbloqueado nuestra mente y había conseguido que pensáramos en el porqué de las cosas.
Pablo Edo
Que sí, que NO.
Días atrás tuvimos el placer de poder escuchar a un hombre llamado Fernando Sánchez Balanzá. Esta charla ha sido diferente a todas las demás; creo que todos hemos pensado que ojalá nos hubiera dado clase alguna vez en nuestra vida.
Fragmento de El jardín de las delicias, El Bosco
Hay muchas formas de explicar el término “forajidos” que es el tema que ha expuesto y en el que hemos estado indagando este trimestre en PII. Fernando Sánchez consiguió meternos con el génesis y con mitos donde él quería y como él quería en este tema. También puede que influyera su voz, o cómo lo explicaba… no lo sé, el caso es que fue increíble. Ese hombre es un antropólogo, psicólogo y ha sido el autor de La hierba de la inmortalidad.
Los niños pequeños tienen el privilegio de ser aún unas criaturas no humanizadas, son inocentes, puras, con alas para volar, sin prohibición alguna. Pero no os equivoquéis, en unos meses esos niños ya no tendrán esa misma libertad. Les enseñarán cuando deben reír y cuando llorar; a distinguir entre lo bueno y lo malo, el tótem y el tabú, entre la luz y la oscuridad; quizás aprenderán a discriminar por su sexo o por su color de piel; comprobarán que todos los sueños no se pueden cumplir; su mentalidad normalmente fluirá en armonía con la sociedad; su subconsciente se verá encadenado por las leyes de la población y por ellos mismos, hasta tal punto que estará reprimido, olvidado casi por completo y solo saltará en alguna ocasión, pues alguna vez ese subconsciente se revela dando paso a sueños extraños o sueños que nunca hubiéramos pensado que podríamos haber experimentado; incluso en casos extremos el subconsciente (dicen) que se libera con las guerras, donde este se encarga de expulsar toda la furia reprimida. Los niños también aprenderán que el NO es la palabra más importante y la que más odiamos del diccionario, ya que por cada no nos despluman poco a poco esas alas tan blancas y grandes que poseíamos nada más nacer y que servían para volar, para tener libertad, por cada no nos quitan un sueño, por cada no nos llevan por otro camino diferente al que queríamos transitar, por cada no nos están quitando nuestra identidad poco a poco y dejamos de ser esos seres puros e inocentes, pasando a ser personas ancladas en una sociedad; unos seres con identidad propia, pero a la vez semejantes.
La gente no tiene en cuenta que todo tiene su Yin y su Yang, su negro y su blanco, pues ninguna buena obra tiene sentido sin su opuesto, ningún sí vale sin un no, ningún sentido tiene la palabra obedecer, sino existe la palabra desobedecer. 
Cuando tenemos la suficiente capacidad para pensar, todos descubrimos que hemos sido alguna vez, o somos, forajidos, que significa fuera exidos “expulsado” pero expulsado ¿de dónde? De la sociedad. Los humanos no podemos vivir sin la sociedad, pues aunque muchas veces nos corrompa, necesitamos compañía, calor humano, necesitamos sentir que no estamos solos en el mundo; unidos podemos sobrevivir, separados es imposible.
En contraste con la actualidad, que metemos a los forajidos dentro de cuatro paredes, antes lo que se hacía era desterrarlos, lo que significaba una muerte segura, pues no se conocía nada más allá de las fronteras y estaban solos. Sin embargo, ahora también se puede ver una serie de expulsiones fuera de una colectividad, como cuando te echan de clase por algún comportamiento improcedente, esa persona también se podría definir como una forajida.
No obstante, no todos los forajidos están en un solo grupo que se les llama “los malos” “los bandidos”, los que realizan delitos por simple adrenalina, por simple placer; también están los forajidos que realizan delitos por su pueblo, por su familia, no por ellos, sino por su comunidad, el mejor ejemplo es el legendario Robin Hood. Y cómo olvidar a esa gente que levantó su mano contra el gobierno, contra su propia religión, contra su patria, por defender sus ideales y que ahora yacen en una fosa común o tan solo son motas de polvo o de ceniza que flotan por todo el mundo a merced del viento, como puede ser el caso de Hypatia o de Sócrates, o de Galileo Galilei, o de Miguel Servet o de Copérnico o de Leonardo da Vinci o de Pablo Toscanelli o de Teresa de Jesús o de Gandhi o de Víctor Jara o de nuestro escritor Federico García Lorca, o del conocido como hijo de Dios, Jesús de Nazaret… y tantos y tantos otros que nunca me cansaría de escribir sus nombres, de saber con pelos y señales su historia, de llorar sus muertes… gracias a ellos somos quien somos. Que irónico ¿no? Gracias a sus muertes podemos disfrutar de las libertades y de los conocimientos que poseemos ahora.
Por todo esto, no todos los forajidos son “malos”. A veces tan solo odian esa sociedad tan cerrada en su cerebro colectivo que les aprisiona y no les deja pensar lo que desean, esa sociedad que nos educa de tal manera que nos arrebata nuestra identidad, pero que sin ella no duraríamos ni dos días vivos. Pues ¿Qué pasaría si no hubiera leyes? ¿Qué pasaría si no se castigara por algo que nosotros lo consideramos como malo? Este tema es muy complicado de tratar y para mí, imposible de explicar.
Podemos odiar a la sociedad, pero no podemos irnos de ella, por el simple hecho de que si nos vamos morimos. Solo nos queda la palabra esperanza, que como bien comenta el mito de Pandora, es lo único que no nos pueden arrebatar, es una pequeña alegría que nos hace seguir vivos y avanzar; esperanza de encontrar a gente parecida a nosotros, que nos entienda y que no nos deje nunca, esperanza a que las cosas cambien, esperanza a que la sociedad sea tolerante, esperanza a que ojalá un día podamos tener una mentalidad tan diferente que no sea necesario tener leyes, no tener ese NO que nos arrebata las ganas de vivir. Ojalá.
Tamara Pérez
Puede que la mayoría de nosotros nunca nos hayamos parado a pensar que nuestra vida está completamente regida por opuestos, tales como bien y mal, día y noche, vida y muerte. Sin embargo, hay uno de ellos mucho más poderoso que cualquiera de los demás: el sí y no. Hasta la charla que recibimos el pasado viernes por parte de Fernando Sánchez Balanzá, jamás me había dado cuenta de lo mucho que odiamos los seres humanos la palabra no, puede que porque sea una palabra que nos prohíbe, ‘’una palabra que nos corta, nos hiere y nos deja cicatrices’’. Sin embargo, ninguno de nosotros podría concebirse como persona sin jamás haber recibido un no, porque ‘’las personas no nacen, se hacen’’. Muchas veces, nos quejamos del mundo en el que vivimos y somos tan hipócritas que no nos damos cuenta que los culpables de toda la maldad que nos rodea es nuestra. Un niño no nace racista o violento, un niño no es cruel por naturaleza, todo depende de los no que reciba en su infancia y de la cantidad de cicatrices que vaya acumulando a lo largo de su vida, ya que aunque estas duelan, son las que nos crean y hacen que cada uno de nosotros seamos quienes somos ahora.
Por otro lado, me di cuenta de lo extraordinaria que es la etimología, de ‘’la cantidad de secretos que puede esconder una palabra’’. Forajidos es una de ellas y la cual Fernando nos explico, esta a parte del significado que la mayoría de nosotros conocemos como personas que se encuentran fuera de la sociedad por cometer diversos delitos, también puede concebirse como personas que cometen estos actos para ayudar a los más necesitados, como es el ejemplo del famoso Robin Hood o personas que, a lo largo de la historia, no aceptaron las teorías de la iglesia católica y fueron asesinados por ello. 
Por todos estos hallazgos, me encantó y me pareció de un gran interés esta charla sin embargo, lo que más aprecié fue esas ganas que Fernando nos transmitió de ver más allá de lo establecido y lo tangible, de buscar el fondo de todas las cosas y de no conformarnos con nada.
Sara Jáñez

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