viernes, 12 de diciembre de 2014

EN EL LÍMITE (Charla de Fernando Sánchez Balanzá)

Dentro y fuera, tótem y tabú, obedecer y desobedecer, bien y mal... ¿Podríamos definir la vida como una sucesión de pares de opuestos? ¿No se necesita la existencia del término negativo para que el aceptado como positivo tenga un sentido? ¿El yin y el yang? ¿No tiene mucho que ver con toda esta sucesión de conceptos para llegar a una serpiente, como la que ya aparece con Adán y Eva?
Hoy, Fernando Sánchez Balanzá, autor de La hierba de la inmortalidad, ha querido introducirnos todas esas preguntas, hacernos reflexionar, llevarnos en un pequeño viaje en el que el vehículo fuera nuestra mente –una que nos puede llevar a los sitios más insospechados y desconocidos, con la que deberíamos jugar más a menudo.
Aunque pensáramos en el bien y el mal como el par de opuestos más fundamental, hay otro aún más básico, más primario, más antiguo. El sí y el no, que aunque sea la "palabra que el hombre más odia", es la que nos educa. Un hombre no nace; se hace. A menudo nos quejamos de lo machista o racista que es el mundo, pero un niño no es ninguna de las dos cosas, hasta que la sociedad le enseña a serlo, a base de cortes de índole psíquica que nadie quiere contar como verdaderas heridas. Porque las palabras tienen un gran poder como arma. Un poder infinito. Una simple palabra puede herir, cortar, matar, desterrar...Tiene gracia la etimología de las palabras; el trasfondo de estas, la forma en que conocerlo puede cambiar tu visión de las cosas; cómo un simple no nos remonta a siglos y siglos de opresión y muerte, cómo nos remonta incluso a la historia alegórica de Adán y Eva. Eva come un fruto del conocimiento del bien y el mal. Y por ello Adán y Eva son expulsados del paraíso. Pierden su inocencia. Pasan de ser proyecto a acto. Porque la niñez acaba cuando se aprende la diferencia entre estos dos antónimos, entre estos dos colores que la cultura asiática tiende a hacer dependientes.
También hay más que desentrañar de la palabra forajido (fuera exido), entre cuyos sinónimos encontramos cuatrero, bandido o facineroso. Es alguien señalado, perseguido y prohibido, alguien que se ha saltado las prohibiciones que ha impuesto la sociedad (y que, como esta, han ido fluctuando). Pero no solo podemos quedarnos con el forajido como el ladrón egoísta que atraca una joyería a punta de pistola para hacerse con el botín. También está el activo social; el tantas veces representado en todo tipo de novelas y cómics, el novelesco héroe que ayuda al pueblo necesitado, cometiendo algún delito para hacer esto, y con el riesgo de ser ajusticiado como el ladrón egoísta que busca su propio interés. Ejemplos de este segundo hay muchos: Robin Hood, probablemente el más conocido, Arrow, Dean y Sam Winchester...
Y, cómo no, el forajido que se ha encontrado en esa situación sin haberla buscado, categoría en la que podemos incluir a todas esas mentes inquietas, que por no aceptar los modelos o las teorías de la Iglesia Católica, han acabado perseguidos y en la mayoría de los casos, asesinados, por mucho que en la actualidad se haya demostrado que tenían razón.
La humanidad ha hecho muchas barbaridades, que hoy en día no deja de hacer porque, aunque sea triste, la sociedad no acepta a los distintos, a las personas que quieren pensar por sí mismos y desarrollarse de una forma distinta, igual que los niños y adolescentes no aceptan a ese otro que no bebe o que no es bueno en los deportes. Y sí, le llevan al suicidio en algunos casos. Pero no porque el típico jugador de fútbol americano le diga que está gordo o que es patético, sino porque ese bloque de músculos le ha hecho un hombre, un hombre que se repetirá esas mismas palabras antes de ir a dormir. Sí, el jugador le ha herido y provocado cortes, pero es él mismo, es oír su propia voz decir esas mismas palabras lo que le causa las heridas más graves. Las que, a veces, no cicatrizan.
Marta García
Estaba completamente convencida de que la charla que recibimos ayer, por parte de Fernando Sánchez Balanzá, iba a tratar prácticamente sobre mitología griega, especialmente sobre los mitos de Prometeo y Edipo, un tema que personalmente no me gusta, pero estaba totalmente equivocada.
La charla se basó fundamentalmente en la palabra que tanto hemos oído este trimestre, forajido. Cuando hablamos de forajidos nos referimos a todos aquellos vándalos que cometen actos los cuales se encuentran fuera de lugar, como robar, aunque estos se cometan por una buena causa, como el ejemplo de Robin Hood, que roba a los ricos para dárselo a los pobres, siguen siendo actos fuera de lugar, pero… ¿Quién no comete actos fuera de lugar, por muy insignificantes que sean? ¿Quién no ha sido señalado por hacer algo fuera de lo común?
Gracias a Fernando hemos podido comprobar que todos somos unos forajidos, todos hemos sido señalados, todos hacemos cosas mal, muchas de ellas no tienen importancia pero no las deberíamos haber cometido. Y esto es así porque el ser humano no acepta un “no” por respuesta. Es la palabra que más tememos y la más importante, ¿Cómo se educaría a los niños sin utilizar la palabra “no”?, es la palabra clave para hacerlo y la más desagradable de escuchar.
Me llamó la atención cuando en las imágenes en las que aparecían una espada y un rifle, Fernando, no veía exactamente eso, sino que veía un “no” en cada una de esas armas, pues según él, cada vez que pronunciamos la palabra “no” estamos matando.
Por último, nos mostró y nos animó a utilizar el mejor juguete del mundo, el que está al alcance de todos nosotros, con el que podemos disfrutar al máximo y el que apenas utilizamos, nuestra propia mente.
Elena Navarro

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