¿Realmente somos conscientes de todas las maravillas que existen en torno a nosotros o simplemente nos pasan desapercibidas?, así nos lo hicieron plantear el pasado viernes dos entusiastas turolenses que desencadenaron la descabellada idea de realizar un viaje a Svalbard, Noruega. Estamos hablando de una región situada a las puertas del Polo Norte, donde la mayor parte del paisaje está cubierto de vastísimos glaciares y acantilados de vértigo cuyas imágenes resultan realmente impactantes provocando una sensación de acogimiento y paz profunda que envuelven al individuo. De esta manera, nos lograron transmitir la inquietante experiencia que vivieron en estos lugares, donde a pocos kilómetros de la ciudad, se contacta rápidamente con la naturaleza ártica y quién sabe si con su morador más temido de este entorno, el oso polar. Por ello tuvieron que desarrollar estrategias insólitas para defenderse de un posible ataque. Trineos, motos de nieve, caminatas... es la única forma que existe para desplazarse en estos lugares, para entregarse a la naturaleza y verse envuelto de descomunales glaciares donde caminar por estos paisajes envueltos en el silencio, no hacen más que acrecentar las ganas de conocer el lado más salvaje de cada uno de sus rincones. Esta fue una de las razones por las que escogieron este maravilloso lugar, tal y como nos lo trasmitieron, pues resulta llamativo el espíritu de libertad que se respira. Sin embargo, a medida que nos introducimos en su implacable belleza, nos vamos alejando del mundo ¨ya no estás en el mapa¨ tal como dijo Manuel, ¨pero merece la pena¨. Una de las cosas que más me llamó la atención dejando aparte el propio paisaje en sí, es el entusiasmo y las ganas de transmitirnos esta experiencia que tuvieron nuestros protagonistas, pues tal como dijeron, en estos lugares domina ante todo el sufrimiento, debido a las terribles temperaturas, muy bajas, donde tienes que ir muy preparado a nivel psíquico y físico, pues cualquier descuido supone un error irreparable. Es innumerable la diversidad de sensaciones que nos trasmitieron pero en balance sacaron una experiencia positiva, sin embargo después de oír el lado más aterrador de este paisaje ¿seríamos capaces de ir?
En definitiva, el único lugar de la Tierra donde todas las direcciones son ¨Sur¨.
Sonia Delgado
El blanco cegador de la nieve, los azules claros del hielo y las luces brillantes del Polo Norte invadieron nuestra aula el pasado viernes cuando dos turolenses, Fermín y Manuel, llegaron a nuestra clase para mostrarnos la belleza más pura, natural e inhóspita de uno de los lugares más recónditos de la Tierra, Svalbard, la última isla habitada antes de llegar Ártico. Así, a través de una magnífica galería de fotografías tomadas por ellos a lo largo de su expedición nos mostraron ese paisaje uniforme, bañado por el blanco puro y la iluminación constante del Sol que aportaban a las imágenes un halo de misterio donde el tiempo parecía pesar y el mundo no tener fin.
Cabe destacar como todas estas instantáneas eran acompañadas de anécdotas vividas a lo largo de su experiencia, donde los problemas con el frío, ventiscas y osos polares tuvieron una gran relevancia.
Finalmente, esta charla me hizo pensar en la cantidad de lugares que no conocemos de la Tierra, no solo los que no hemos visitado, sino aquello de los que no somos conscientes. Así mismo, me quede sorprendida de cómo en un lugar tan solitario, inhóspito, donde solo la nieve y el frío hacen su presencia puede albergar tanta belleza y hermosura.
Sara Jáñez
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