lunes, 24 de noviembre de 2014

A ESTE LADO DEL MURO (III)

Hay veces que las fronteras están más cerca de lo que solemos pensar, basta con cruzar una calle para encontrarnos una gran barrera que nos separa, la cárcel. La charla que recibimos el pasado viernes fue sin duda una experiencia única que me hizo reflexionar acerca de los que están ahí dentro y alejarme de la idea que Hollywood había producido en mi cabeza. Muchas veces las circunstancias nos obligan a delinquir, pues como dijo Sócrates: “El mal solo se hace por ignorancia”, y es nuestro deber ayudar a todos los que están ahí dentro y conseguir que se vuelvan a reinsertar en la sociedad y no vuelvan al mundo que les ha abocado a quedarse privados de su libertad. 
La pequeña delegación de ese microestado que se encuentra a pocos metros de nuestra casa, sin lugar a duda, nos permitió a todos conocer ese mundo. La cárcel de Teruel, que hasta hace pocos años había sido “una de las peores de España” es un lugar asombroso donde han pasado todo tipo de historias sorprendentes (fugas, asesinatos…) y en donde, por difícil que parezca, la gente sale reinsertada.
He de confesar, que al principio tenía temor, miedo a lo desconocido, a lo que allí había, sin embargo, esta charla me ha abierto un nuevo mundo, un lugar donde ya no viven los malos, sino gente que a causa de las circunstancias ha tenido que recibir el peor castigo de todos, vivir al margen de la sociedad. 
Pablo Edo

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