viernes, 14 de noviembre de 2014

LA MATERIA DEL MUDÉJAR (II)


"Os voy a contar cosas que no están en Internet, que muy poca gente sabe".
Creo que esa fue la frase que me encauzó desde el principio, a pesar de no ser un tema por el que sintiera tanto interés como por ejemplo la de la Santa Inquisición. Es verdad que debería haber habido más tiempo, y que asimilar toda la información con la que nos bombardeó en la última parte requirió poner mucha más atención, pero debo decir que su pasión y entrega, y el amor que sentía y que nos transmitía hacia las torres y Teruel en general fue lo que realmente me atrapó.
Me pareció una persona que, a pesar de todas las cosas que ha hecho en Teruel y de todas las reconstrucciones de las que ha sido responsable, tenía los pies en el suelo: no se vanagloriaba de cómo hizo los azulejos, pues fue él el primero que reconoció que algún año se caerían; no se echaba todos los méritos de su trabajo –no dudó ni un instante en enseñarnos la foto del equipo de albañiles que se encargaron de la reconstrucción de las torres, a pesar de las risas que provocaría.
Entre nosotros, y yo la primera, lo único que hacemos básicamente es quejarnos de Teruel, del clima en invierno, de la falta de lugares a las que ir, pero para él, era como si esos inconvenientes no existieron. Teruel era una joya. Una maravilla que nos cedía para que mantuviéramos intacta en el futuro, luchando por las aparentes causas perdidas como un buen "abogado de secano".
Marta García Bugallo

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