domingo, 8 de febrero de 2015

SVALBARD, LA BELLEZA QUE LLEGÓ DEL FRÍO (II)

La charla del viernes pasado me mantuvo en una angustia continua y creo que no fui la única. Yo soy realmente friolera y solo de imaginarme en Svalbard me entran escalofríos. 
De primera mano sé que aquellos paisajes son preciosos, pues Manuel (profesor de historia y geografía del instituto) junto con el jefe de expedición Fermín nos detallaron todo lo que vieron y sintieron allí, Manuel decía: "Cuando llegamos a Svalbard tenía la sensación de encontrarme en otro planeta". Nos relataron la planificación y la manera de llevarlo a cabo, cómo montaban el campamento... Algo que me llamó bastante la atención fue el tema de los osos, que eran capaces de matar y comerse a los humanos, por eso llevaban dos fusiles, que se les congelaron con el hielo. Menos mal que no los tuvieron que utilizar. Otra medida que tomaban contra los osos era poner alrededor del campamento un hilo cargado de explosivos que si lo tocaba alguien hacía una detonación, de esta manera si se acercaba un oso explotaría la carga y este se espantaría. 
Otro tema que me angustió fue la manera de estar dentro de la tienda de campaña, cómo dormían sobre el hielo y se congelaba toda la tienda alrededor. Aunque parece que todo esto para ellos no era problema, lo que más les importunaba era el momento de hacer sus necesidades, Fermín, decía: "Conforme caía, se congelaba y se iba volando con el viento". 
Durante el mes de expedición estoy segura de que pasaron muchas peripecias, sin embargo solo le dieron importancia a la belleza del paisaje y de la experiencia, se nota que lo hicieron por pura pasión y a pesar de todo lo pasaron realmente bien. También nos contaron anécdotas como que en la Segunda Guerra Mundial los nazis llegaron a la isla y prendieron fuego a una mina de carbón que estuvo ardiendo durante 40 años apagándose por sí solo o que en el último día del viaje se desplazaron en motos de nieve hasta un pueblo ruso de la isla y que conforme entró en el bar uno de los ruso le puso la mano en la espalda y no le dio la bienvenida sino que le invitó a salir con cara de pocos amigos. Una de las dudas que tuve fue el cómo se orientaban estando en medio de la nada, con un paisaje cambiante por las nieve y las ventiscas y pronto me la resolvieron: llevaban unos potentes GPS que les marcaban la situación y la orientación ya que las brújulas no funcionaban por la cercanía al polo norte. 
Según la emoción con la que nos contaban la experiencia, se notaba que era un sueño que habían tenido toda la vida y que deseaban con mucho fervor realizar, tanto que lo han llevado a cabo un par de veces. Era tanta la ilusión y emoción que se reflejaba en sus caras que parecían dos jovencitos contando el mejor viaje de su vida y de sus mejores experiencias. Dijeron que era la primera expedición turolense a Svalbard (2006). 
Nos dimos cuenta de que si se tiene un sueño se hace cualquier cosa para llevarlo a cabo, hasta llegar a principios de congelación en la nariz. De la charla destacaría la belleza de los paisajes que nos mostraron y la belleza en sí del PowerPoint y la excelente preparación del vídeo.
Noelia Arnau
Para ser sincera, siempre he considerado que los lugares inhóspitos, fríos, cubiertos de blanco y de un gélido sol son de la más absoluta belleza. Observar la fotografía de un fiordo, o una gran explanada de hielo y nieve sin pisotear siempre me ha transmitido una sensación de paz, de... Estar observando otro mundo. En esos lugares, no hay problemas. Todo es blancura, no hay ningún punto oscuro, ninguna sombra que eclipse la claridad que transmite.
Sin embargo, estas fotos nunca nos transmiten la tragedia, el esfuerzo, el posible miedo que se halla tras el objetivo. No pensamos en las personas que han estado ahí, congelándose, llevando fusiles, que se atascan, por miedo a los osos, montando campamentos con dinamita en cuatro horas, teniendo que salir de la tienda para hacer sus necesidades a sensaciones térmicas de -40ºC. En ese sentido, entonces, Manuel nos ha abierto los ojos. De tal forma que no sé si voy a poder seguir viendo todo ese tipo de fotos de la misma manera. Pero he ahí el verdadero sentido de la belleza. Porque como el novelista alemán Thomas Mann dijo una vez, "la belleza, como el dolor, hace sufrir." Al pensar en esta frase, siempre nos viene a la cabeza la belleza en sentido del cuerpo (del tener que hacer ejercicio, maquillarse, hacerse cirugías) o del enamoramiento. Pero ahora podemos decir que también la belleza de esos paisajes causa ese sufrimiento. El que valga la pena o no es un tema que suele generar controversia, y que depende de cada persona y de cada momento.
Marta García
El pasado viernes tuvimos la visita de Manuel (docente de este instituto) y su compañero Fermín, quienes hace unos años viajaron a Svalbard, una isla situada prácticamente en el Polo Norte donde apenas existe vegetación ni fauna, a excepción de los osos polares.
Fue una charla peculiar en la que nos contaron las peripecias vividas durante el periodo que estuvieron allí. En principio, parecía haber sido un viaje interesante, puesto que las fotografías que nos mostraron eran inéditas, pero a medida que la charla avanzaba mi opinión al respecto cambió.
Nos contaron las condiciones en las que habían vivido allí, donde corrías el riesgo de congelarte literalmente o ser devorado por un oso en cualquier momento. Asimismo, situaciones que nos resultan cotidianas como hacer una fotografía o llamar por teléfono, en Svalbard era un reto, ya que estos aparatos electrónicos también podían congelarse por las bajas temperaturas.
En definitiva, fue una charla para apreciar la belleza de una forma en la que no todo el mundo somos capaces de ver, en lugares tan recónditos como la última isla antes de llegar al Polo Norte.
Andrea Fidalgo

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