jueves, 26 de marzo de 2015

Entrevista a Nacho de Diego

- En tu página, aparece fuera de la galería una cara con una herida de bala en la frente. ¿Qué quieres simbolizar con eso?
El dibujo al que os referís es un autorretrato. Por una parte quería crear una imagen muy impactante que me sirviera como carta de presentación. Mi trabajo como publicitario y como diseñador gráfico ha influido mucho en la manera en la que afronto la ilustración, sobre todo en dibujos de hace unos años. Las cicatrices, las heridas y la sangre son elementos que siempre han estado muy presentes en mi iconografía y tenían que acompañarme en una ilustración que pretendía definirme.

- En tus obras, ¿qué crees que es más importante, la ilustración en sí o la crítica que pueda conllevar?
Realmente no creo que haya demasiado de carga crítica en lo que hago, si exceptuamos algunos de los retratos en los que sí dejo traslucir algunas opiniones personales.

- ¿Cuáles son los retratos en los que consideras que dejas traslucir tu opinión personal?
Salvo en el caso de que se trate de alguien que por alguna razón me despierta simpatía, en general suelo retratar a  personajes que me resultan especialmente antipáticos, personajes extremistas en sus posicionamientos políticos, sean de uno u otro signo. 

 - ¿Qué te hizo dar el paso y dedicarte a este mundo? ¿Te sentiste apoyado?
Fue algo natural, desde que me recuerdo he tenido un lápiz entre las manos. Y aunque en su fuero interno mi padre hubiera preferido que me dedicara a una profesión más “seria”, lo cierto es que siempre confió en mí y me ayudó en todo lo que estuvo en su mano. 

-¿Es suficiente para ganarse la vida?
No vivo de la ilustración, trabajo como Director de Arte en una agencia de publicidad, OgilvyOne. Es complicado vivir como ilustrador. Básicamente tienes el mercado publicitario y el editorial, la competencia es feroz y es un mundo en que las tendencias cambian muy deprisa. ¿Se acuerda alguien hoy de Jordi Labanda? Cuando uno contempla sus ilustraciones tiene la impresión de que en cinco años han cumplido 50.

- En varias de tus obras, aparecen toros. ¿Cuál es tu opinión sobre la tauromaquia?
Soy un enamorado de los toros. La lidia produce momentos de una belleza, de una autencidad y de una intensidad que ninguna otra cosa en el mundo puede provocar. Pero es un tema que me provoca sentimientos encontrados, puedo entender perfectamente los argumentos de los antitaurinos.

- En un retrato titulado Los turolenses, en lo que hemos deducido que es una plaza de toros, hay dos mujeres con los ojos cerrados. ¿Con esta obra, querías dar a entender que aunque la mayoría de los turolenses son taurinos, sigue habiendo pequeñas excepciones, o simplementemente querías retratar el conservadurismo de una ciudad que es más bien un pueblo grande?
Esa es la portada de una revista cultural de allí con la que colaboré hace poco. Es un retrato costumbrista y solo es la manera de imaginarme un Teruel de los años 20, con sus distintas clases sociales reunidas en un tendido. Es una interpretación más interesante la que hacéis, temo defraudaros. Me apasiona la historia, nada me hubiera gustado más que tener un Delorean.*
*Delorean es el automóvil que se usa en la trilogía de Regreso al futuro para viajar en el tiempo.

- También tienes un apartado dedicado a vírgenes y temas religiosos. ¿Cómo ves el papel de la religión en la actualidad?
Tuve hace muchíiiiiiiiisimos años un problema en Teruel a causa de un cuadro mío sobre la crucifixión. Los más viejos del lugar seguro que lo recuerdan. La imaginería religiosa, en su lado más dramático, me resulta muy afín. El barroco español, la semana santa, la Biblia... pueden llegar a ser tan truculentos como Pulp Fiction. Pero de la religión solo me interesa el aspecto formal, soy un ateo convencido.

- ¿Puedes contarnos cuál fue ese problema con la crucifixión?
Siento un poco de pudor cuando me toca contar de nuevo esta historia. Pero entiendo la curiosidad, trataré de ser breve. Hace muchos, muchos años, yo tenía alrededor de  20 años, Cultura de Aragón propuso a 3 artistas locales sacar el arte a la calle. Para ello nos proporcionaron 3 espacios a modo de vallas donde colocar una muestra de nuestro trabajo. Por entonces yo estaba un poco obsesionado con la lectura del Apocálipsis y con otros tipos de literatura relacionadas con el diablo. Y pinté la figura de un crucificado con la cabeza de un carnero.
Seguramente hoy no colgaría algo así en un espacio público, pero a esa edad se es mucho más visceral. La cuestión es que el lugar que se me asignó se encontraba frente a la Catedral, y, el domingo, a la salida de misa de 12, un grupo de feligresas se encaramaron a una escalera y emborronaron con un spray mi pintura. Quiso la casualidad que la persona que empuñó el spray fuese la esposa de un diputado popular, y que en aquel momento mi padre fuera senador socialista. Se armó un pequeño revuelo mediático, y hasta nos llegó a entrevistar en su programa de radio Iñaki Gabilondo. No había una intención malsana, era el tipo de cosas que yo hacia en aquel momento, y, visto con perspectiva, pienso que no había nada de blasfemo en esa representación. 
 Lo lamento, me ha sido imposible ser breve.

- Teniendo en cuenta los numerosos retratos de luchadores que has hecho, ¿te consideras un fan de la WWE? ¿Qué piensas de la sexualización de las mujeres en este deporte?
Más que la WWE, mi interés es por la lucha mexicana. Y en este caso no me interesa más que la parte gráfica del asunto. Forma parte de mi devoción por la cultura de México, su música, su arte, su historia, sus tradiciones y su extraordinaria potencia visual.

- Para finalizar, ¿qué te “divierte” más realizar, las animaciones o los retratos?
Las animaciones proporcionan magia a una idea. Pero son tediosas de hacer.  Tienes muy claro en la cabeza lo que quieres, pero el proceso para conseguirlo es, en muchas fases, mecánico y rutinario. Los retratos, pues depende. Los retratos que hago de personajes conocidos, a los que he visto mil veces en todos sus ángulos y conozco de memoria, o los de buenos amigos, los disfruto, porque salen de manera natural, casi están pensados antes de empezar a dibujar. Los encargos, y eso ya es otro asunto, son una tortura.

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