- En tu página, aparece fuera de la galería una cara con una herida de bala en la frente. ¿Qué quieres simbolizar con eso?
El dibujo al que os referís es un autorretrato. Por una
parte quería crear una imagen muy impactante que me sirviera como carta
de presentación. Mi trabajo como publicitario y como diseñador gráfico
ha influido mucho en la manera en la que afronto la ilustración, sobre
todo en dibujos de hace unos años. Las cicatrices, las heridas y la
sangre son elementos que siempre han estado muy presentes en mi
iconografía y tenían que acompañarme en una ilustración que pretendía
definirme.
- En tus obras, ¿qué crees que es más importante, la ilustración en sí o la crítica que pueda conllevar?
Realmente no creo que haya demasiado de carga crítica en
lo que hago, si exceptuamos algunos de los retratos en los que sí dejo
traslucir algunas opiniones personales.
- ¿Qué te hizo dar el paso y dedicarte a este mundo? ¿Te sentiste apoyado?
- ¿Cuáles son los retratos en los que consideras que dejas traslucir tu opinión personal?
Salvo en el caso de que se trate de alguien que por alguna
razón me despierta simpatía, en general suelo retratar a personajes
que me resultan especialmente antipáticos, personajes extremistas en sus
posicionamientos políticos, sean de uno u otro signo.
Fue algo natural, desde que me recuerdo he tenido un lápiz
entre las manos. Y aunque en su fuero interno mi padre hubiera
preferido que me dedicara a una profesión más “seria”, lo cierto es que
siempre confió en mí y me ayudó en todo lo que estuvo en su mano.
-¿Es suficiente para ganarse la vida?
No vivo de la ilustración, trabajo como Director de Arte
en una agencia de publicidad, OgilvyOne. Es complicado vivir como
ilustrador. Básicamente tienes el mercado publicitario y el editorial,
la competencia es feroz y es un mundo en que las tendencias cambian muy
deprisa. ¿Se acuerda alguien hoy de Jordi Labanda? Cuando uno contempla
sus ilustraciones tiene la impresión de que en cinco años han cumplido 50.
- En varias de tus obras, aparecen toros. ¿Cuál es tu opinión sobre la tauromaquia?
Soy un enamorado de los toros. La lidia produce momentos
de una belleza, de una autencidad y de una intensidad que ninguna otra
cosa en el mundo puede provocar. Pero es un tema que me provoca
sentimientos encontrados, puedo entender perfectamente los argumentos de
los antitaurinos.
- En un retrato titulado Los turolenses, en lo que hemos
deducido que es una plaza de toros, hay dos mujeres con los ojos
cerrados. ¿Con esta obra, querías dar a entender que aunque la mayoría
de los turolenses son taurinos, sigue habiendo pequeñas excepciones, o
simplementemente querías retratar el conservadurismo de una ciudad que
es más bien un pueblo grande?
Esa es la portada de una revista cultural de allí con la
que colaboré hace poco. Es un retrato costumbrista y solo es la manera
de imaginarme un Teruel de los años 20, con sus distintas clases
sociales reunidas en un tendido. Es una interpretación más interesante
la que hacéis, temo defraudaros. Me apasiona la historia, nada me
hubiera gustado más que tener un Delorean.*
*Delorean es el automóvil que se usa en la trilogía de Regreso al futuro para viajar en el tiempo.
- También tienes un apartado dedicado a vírgenes y temas religiosos. ¿Cómo ves el papel de la religión en la actualidad?
Tuve hace muchíiiiiiiiisimos años un problema en Teruel a
causa de un cuadro mío sobre la crucifixión. Los más viejos del lugar
seguro que lo recuerdan. La imaginería religiosa, en su lado más
dramático, me resulta muy afín. El barroco español, la semana santa, la
Biblia... pueden llegar a ser tan truculentos como Pulp Fiction. Pero de
la religión solo me interesa el aspecto formal, soy un ateo convencido.
- ¿Puedes contarnos cuál fue ese problema con la crucifixión?
Siento un poco de pudor cuando me toca contar de nuevo
esta historia. Pero entiendo la curiosidad, trataré de ser breve. Hace
muchos, muchos años, yo tenía alrededor de 20 años, Cultura de Aragón
propuso a 3 artistas locales sacar el arte a la calle. Para ello nos
proporcionaron 3 espacios a modo de vallas donde colocar una muestra de
nuestro trabajo. Por entonces yo estaba un poco obsesionado con la
lectura del Apocálipsis y con otros tipos de literatura relacionadas con
el diablo. Y pinté la figura de un crucificado con la cabeza de un
carnero.
Seguramente hoy no colgaría algo así en un espacio
público, pero a esa edad se es mucho más visceral. La cuestión es que el
lugar que se me asignó se encontraba frente a la Catedral, y, el
domingo, a la salida de misa de 12, un grupo de feligresas se
encaramaron a una escalera y emborronaron con un spray mi pintura. Quiso
la casualidad que la persona que empuñó el spray fuese la esposa de un
diputado popular, y que en aquel momento mi padre fuera senador
socialista. Se armó un pequeño revuelo mediático, y hasta nos llegó a
entrevistar en su programa de radio Iñaki Gabilondo. No había una
intención malsana, era el tipo de cosas que yo hacia en aquel momento,
y, visto con perspectiva, pienso que no había nada de blasfemo en esa
representación.
Lo lamento, me ha sido imposible ser breve.
- Teniendo en cuenta los numerosos retratos de luchadores
que has hecho, ¿te consideras un fan de la WWE? ¿Qué piensas de la
sexualización de las mujeres en este deporte?
Más que la WWE, mi interés es por la lucha mexicana. Y en
este caso no me interesa más que la parte gráfica del asunto. Forma
parte de mi devoción por la cultura de México, su música, su arte, su
historia, sus tradiciones y su extraordinaria potencia visual.
- Para finalizar, ¿qué te “divierte” más realizar, las animaciones o los retratos?
Las animaciones proporcionan magia a una idea. Pero son
tediosas de hacer. Tienes muy claro en la cabeza lo que quieres, pero
el proceso para conseguirlo es, en muchas fases, mecánico y rutinario.
Los retratos, pues depende. Los retratos que hago de personajes
conocidos, a los que he visto mil veces en todos sus ángulos y conozco
de memoria, o los de buenos amigos, los disfruto, porque salen de manera
natural, casi están pensados antes de empezar a dibujar. Los encargos, y
eso ya es otro asunto, son una tortura.
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